ES VERDAD QUE TODO LO PUEDO EN DIOS???
Sí, la gran pregunta
que muchos de nosotros nos hacemos, no se si a diario pero si en esos momentos
en que nos sentimos sin pertenencia, que nos sentimos ignorados, que brota esa
angustia en nuestro interior que no halla consuelo.
Todo es nada, hay muchas preguntas pero ninguna tiene
respuesta, quizá por un instante consigamos introducirnos dentro nuestro, pero
que fea sorpresa, no nos gusta nada con lo que nos encontramos.
Y entonces surgen más interrogantes, para los que no encontramos
respuesta válida, y es allí que entendemos que no hay ni un pequeño atisbo
que nos traiga algo la paz al alma.
Si, muy probablemente sigamos “existiendo”, y ante la mirada
del otro nos mostremos como que nada de esto sucede dentro nuestro, pero aunque
intentemos ignorarlo, hay una vocesita que insiste en recordarnos sin piedad
ninguna, que no estamos, que nos ven, que no nos reconocen, que transitamos
como fantasmas errantes por calles que no existen.
Y a pesar de todo, nos exhortamos a seguir adelante, si bien
sabemos que ir adelante o ir hacia atrás en nuestro caso es lo mismo, porque sentimos
que no estamos caminado, solo deambulamos confundidos entre otros iguales a
nosotros.
Y siguen apareciendo
interrogantes, sí, sí, y nos exasperamos, pero como esto ya forma parte de
nuestro paisaje diario concebimos muy convencidos e, insistimos en persuadirnos
que todo está óptimo, pero ¿A quien embaucamos???
Si hasta dudamos que esta vida sea nuestra vida, y no el
sueño de algún loco perdido en la nebulosa de pensamientos sin ningún rigor.
Pero la dinámica del mundo no nos da tregua, esto es a todo o
nada, lúcidos o dementes debemos persistir.
Luego entonces, allí muy perdido en el último peldaño de
nuestro interior, descubrimos una tenue luz, nos confundimos más aun,
desconocemos ese brillo que va tomando fuerzas, no podemos atribuirle ningún
nombre.
Y viene a nuestra memoria, una palabra, un nombre, un
significado a esa luz, si esa palabra que en la niñez nos era sumamente
familiar, DIOS.
DIOS, ese ser imponente que recordamos nos relataban, nos dio
la vida, y muy a pesar nuestro, porque por naturaleza nos hemos creído hasta
este preciso instante, que nos hemos autogestado, así es nuestra soberbia, y
por añadidura va cobrando terreno una u otra revelación de nuestra niñez, sí,
el pecado de soberbia, el que nos condujo inexorablemente a creernos
autosuficientes y suponer que todo lo podíamos solos, sin la ayuda de nadie.
Y eclosiona esta buena nueva olvidada, ¡está Dios para
reconstruir las ruinas de nuestro presente, gestadas en nuestro pasado!
Muy probablemente rompamos en un llanto de lágrimas dulces,
sintamos esa paz añorada, y la tenue luz vaya cobrando una intensa vida propia
y se transforma en llama viva que nos incendia con un fuego abrazador que
termina por derrumbar los escombros. Sí, queda el humo, quedan cenizas, aún así
tomamos dimensión que con Dios todo lo podemos, que Dios es Fuente de agua de
vida eterna, que Dios es la roca donde podemos al fin descansar nuestro cansancio.
Y aturdidos aun por todo este redescubrimiento, por estos
recuerdos que estaban guardados muy celosamente en algún baúl lleno de
telarañas, ese que concebimos nosotros cuando el mundo nos dio la primer
cachetada, esa que nos endureció, que nos hizo perder esa ingenuidad, y sin
temores nos damos la chance de confiar, de poner nuestros problemas en manos de
Dios.
Y aquí si descubrimos al fin el veredicto de qué hacer con
nuestras vidas
Confiar en Dios nuestro hoy, sí, en ese Dios que sin dudar y
solo por amor nos entregó a su Hijo para
nuestra salvación, para dignificarnos,
para hacernos sabedores que somos únicos y por ende nuestra vida es
única y valiosa a sus ojos.
Es por todo esto que los
animo a darnos la oportunidad de confiar en Dios nuevamente, porque….
¡¡¡QUE NOS AMA COMO SOMOS¡¡¡
Susanabety
27-03-13